Un día en la madre de día

Cada mañana la madre de día recibe a los niños con un afectuoso saludo y, por qué no, si el niño lo necesita, cogiéndole en brazos. Los padres entran en la casa dando un poco de tiempo para que el niño pase de un ambiente a otro.

¿Qué cocina hoy la madre de día que huele tan rico? La comida hierve todavía en el fuego y el pequeño ya se decide por coger algunos de los juguetes que están en la cocina o, por qué no, a abrir la puerta de un armario y sacar la cacerola más grande. Pero no dura mucho en la cocina, enseguida corretea hacia la sala y comienza libremente otro juego. Los pequeños no están mucho tiempo en el mismo sitio, ni con el mismo juego, ya que su impulso natural es moverse en libertad y conocer todo lo que les rodea. La casa está adaptada a las necesidades de exploración de los pequeños, el ambiente es seguro y protector. Ahora despedimos a los padres y les deseamos un día muy feliz, y les deseamos un día muy feliz, tan feliz como el que vamos a tener nosotros.

Continúa la actividad en el hogar: la madre de día está atenta a los niños y a sus propias tareas, ¿y los niños?… jugando, por supuesto, la actividad más seria y más importante para cualquier niño sano. Llegó la hora de recoger. Con todo bien ordenado podemos cantar una sencilla canción y bailar.

Imagen452¡Ya hemos estado demasiado en casa! Después de quitarnos las zapatillas nos ponemos los zapatos y nos abrigamos muy bien, llegó la hora del paseo y del parque, de tomar el sol y de respirar aire fresco. Bajo la mirada atenta de la madre de día, los niños juegan incansablemente. Si surge un conflicto entre ellos, con toda calma y comprensión, la madre de día actúa resolviendo la situación de forma respetuosa. Esta experiencia social, a través de la imitación, impregna a los niños y les prepara para resolver por sí mismos futuros conflictos sociales.

Volvemos de nuevo a casa ¡Hola querida casa, ya estamos aquí! Los niños mayores se toman todo el tiempo necesario para quitarse el abrigo y los zapatos, y ponerse las zapatillas; la madre de día se ocupa de los más pequeños. Todavía hay que esperar un poquito, nos falta lavarnos las manos para ir a comer. Después, con una sencilla canción, hacemos el caminito desde el baño hasta la cocina. Hay que calentar la comida y poner la mesa, algunos participan y otros tienen bastante con mirar. Ahora sí, en la mesa, con toda calma y tranquilidad, podemos cantar al Sol, al Cielo y a la Tierra, para dar las gracias por la comida tan rica que nos vamos a comer. ¡Buen provecho! Se hace el silencio.

Bueno, y ahora ¿qué? Los mayores se limpian los dientes, los pequeños necesitan su cambio de pañales. Después de no parar, todos necesitamos descansar. Una bonita canción de cuna, cantada con amor, nos ayuda a dormir. No hay nada más reparador que una buena siesta.

La jornada casi ha terminado. Poco a poco los niños son despertados con cariño y dulzura por la madre de día. Ya vienen mamá y papá y la madre de día les comenta las maravillosas aventuras de sus hijos y las noticias más prácticas de lo ocurrido durante el día.

¡Hasta mañana!